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Daré un ejemplo. Sólo. Ayer, en la casi totalidad de las agencias y medios de prensa, el pasaje crucial del discurso de Ahmadineyad era éste:
-«Después de la IIª Guerra Mundial, recurrieron a la agresión militar para convertir en desposeídos a una nación entera con el pretexto del sufrimiento de los judíos... Y enviaron a emigrantes desde Europa, Estados Unidos y otras partes del mundo para establecer un Gobierno totalmente racista en la Palestina ocupada. Y, de hecho, en compensación por las espantosas consecuencias del racismo en Europa, ayudaron a otorgar poder al régimen más cruel, represivo y racista en Palestina».
La versión «respetable», repetida por la prensa europea, muestra a un Ahmadineyad bárbaro
Fue lo que pronunció en persa Ahmadineyad. Hay un vacío, sin embargo. Éste es el texto completo de su discurso que Irán distribuyó en inglés a los participantes. Marco entre corchetes lo ausente:
-«Después de la IIª Guerra Mundial, recurrieron a la agresión militar para convertir en desposeídos a una nación entera con el pretexto del sufrimiento de los judíos ... Y enviaron a emigrantes desde Europa, Estados Unidos y otras partes del mundo para establecer un Gobierno totalmente racista en la Palestina ocupada. Y, de hecho, en compensación por las espantosas consecuencias del racismo en Europa, ayudaron a otorgar poder al régimen más cruel, represivo y racista en Palestina».
La versión «respetable», repetida por la prensa europea, muestra a un Ahmadineyad bárbaro. Normalmente bárbaro. Tanto cuanto deba serlo el dirigente de una teocracia islamista. En cuya lógica, desde luego, un régimen democrático como el israelí -pero también el de cualquiera de los países europeos que financiaron el derroche ginebrino- debe aparecer como el «régimen más cruel, represivo y racista».
El pasaje «censurado» -pero es quizá más una «autocensura» de la cursi conciencia europea que otra cosa-, el que se encuentra en el texto oficial pero del cual apenas nadie ha soltado prenda, es, sencillamente, un delito. Tipificado en buena parte de las legislaciones europeas. Y que, de ser éste un mundo moralmente presentable -ya sé que no lo es-, hubiera debido dar con los huesos del dictador iraní en la comisaría más cercana. Llamar «cuestión ambigua y dudosa» al Holocausto -en rigor verbal, a la Shoà, al exterminio de seis millones de judíos en el marco del programa hitleriano de hacer desaparecer de la faz de la tierra a una población entera, juzgada y condenada como «inhumana»- es cruzar la raya de lo inviolable. Y lo inviolable no tiene, en el límite, nada que ver con Israel, sino con la decisión moral de que nunca más a nadie le sea permitido dictar quién forma parte y quién no de la especie humana.
Y no hay aliado de un delincuente así que no quede, a su vez, envilecido. En lo esencial. Para siempre.
GABRIEL ALBIAC
Fonte: ABC
GABRIEL ALBIAC
Fonte: ABC
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